Es muy común escuchar mitos sobre el consumo de las grasas y, hasta la fecha, sigue habiendo una gran falta de información en el tema que ha llevado a muchas personas a tener creencias como que las grasas son malas para la salud y también a disminuir drásticamente su consumo o incluso a evitarlas por completo.
Es importante saber que las grasas son un nutriente que cumple diversas funciones en nuestro organismo, lo cual las hace fundamentales en nuestra vida. Por ese motivo es importante identificar los distintos tipos y las características de cada una de ellas, para así poder elegir las grasas que tengan un impacto positivo en nuestra salud.
¿Qué son las grasas?
Las grasas constituyen un nutriente esencial, que se obtiene a partir de los alimentos, tanto de origen animal como vegetal. Son necesarias para que el organismo funcione de forma adecuada, además de que son una fuente de energía importante, ya que cada gramo nos proporciona 9 kcal. Sin embargo, el consumo debe ser moderado y se debe tener en cuenta que no todas las grasas son saludables ya que existen algunos tipos que si se consumen de manera frecuente y desmesurada pueden resultar perjudiciales para la salud. A continuación mencionaremos los distintos tipos y sus características:
Tipo de grasas (Lee con mucha atención para que sepas cuáles debes consumir y cuáles mejor moderar e incluso evitar)
1. Grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas: Se consideran grasas saludables, ya que ayudan a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Las podemos encontrar en alimentos como el aguacate, las nueces, las aceitunas y los aceites de oliva, de soya y de cártamo.
2. Omega 3: Es un ácido graso esencial, es decir que el organismo no puede sintetizar por sí mismo, y se debe obtener por medio de los alimentos. Se considera saludable para el corazón, ya que ayuda a reducir los niveles de triglicéridos en sangre y se encuentra en alimentos como los pescados grasos, el tofu, la chía, la linaza y el aceite de canola.
3. Grasas saturadas: Deben evitarse ya que aumentan los niveles de colesterol LDL, lo que aumenta a su vez el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. La mayoría de estas son sólidas, por lo que las podemos identificar fácilmente en alimentos como la mantequilla, las carnes rojas, los helados y los quesos que se derriten fácilmente. Es importante mencionar que hay algunas de origen vegetal como el aceite de palma y el aceite de coco.
4. Grasas trans: Son aceites líquidos que se transformaron en grasas sólidas por procesos mecánicos. No se consideran saludables en absoluto, ya que aumentan los niveles de colesterol LDL (el malo) y disminuyen los niveles de colesterol HDL (el bueno). Para identificar los alimentos que las contienen es necesario revisar las etiquetas de información nutricional y buscar en los ingredientes palabras como aceites o manteca vegetal “parcialmente hidrogenados”. Algunos de los productos más conocidos que tienen este tipo de grasas son las galletas, los pastelillos y las comidas fritas.
Función de las grasas
Las grasas tienen diversas funciones en nuestro organismo, la principal de ellas es que actúan como fuente de reserva energética, proporcionando 9 kcal por cada gramo. Cuando existe un consumo excesivo, este exceso se acumula en el tejido adiposo y se transforma en una fuente de energía extra cuando el organismo lo necesita. Aunque esto ocurre en el día a día, también representa una gran ayuda cuando se está expuesto a temperaturas muy bajas, ya que la energía se libera y protege al cuerpo, además funciona como un colchón protector cuando se requiere energía adicional para cumplir con ciertas funciones vitales. También:
Cumplen con una función estructural ya que forma parte de la estructura de la mayoría de las membranas celulares.
Desempeñan una función de transporte, al transportar las vitaminas liposolubles (A,D,E,K) y ayudar en su absorción intestinal.
Intervienen en la síntesis de hormonas esteroideas y vitamina D.
Juegan un papel fundamental en las características organolépticas de los alimentos, atribuyendo sabor y consistencia.
Consumo deficiente de grasas
El consumir grasas de forma deficiente o incluso eliminarlas por completo de la dieta, nos haría más vulnerables ante el desarrollo de enfermedades cardiovasculares e incluso mentales, ya que podríamos tener alteraciones en el estado de ánimo. Las grasas juegan un papel fundamental a nivel cerebral, ya que repercuten en la síntesis de neurotransmisores esenciales para mantener un equilibrio mental y función intelectual. Un consumo deficiente provocaría trastornos en el humor, déficit cognitivo y depresión.
Incluso, al no existir una absorción de las vitaminas liposolubles, afectaría en gran medida las funciones de órganos como la vista, el cerebro, la piel y el corazón. Además hay grasas que contienen nutrientes que influyen en el equilibrio de la microbiota intestinal, por lo que si existe un desequilibrio, también conocido como disbiosis intestinal, el sistema inmunológico sería deficiente. Lo ideal es moderar las grasas que no son saludables (saturadas y trans) y reemplazarlas por grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas.
En conclusión, las grasas en la alimentación son esenciales para el correcto funcionamiento del organismo, ya que juegan un papel fundamental en diversos procesos. Un consumo nulo, deficiente o excesivo puede derivar en problemas de salud, principalmente en riesgos cardiovasculares, por lo que es necesario incluirlas con moderación, especialmente aquellas que son insaturadas. Para esto es necesario conocer e identificar los distintos tipos de grasas incluidos en los alimentos, de esta forma, se podrá llevar un mejor control y elección, evitando repercusiones negativas en la salud y un mejor aprovechamiento de ellas.
Por último, no olvides consultar con un profesional de la salud en nutrición, la cantidad de grasas saludables que debes consumir, ya que esto debe ser una recomendación completamente individualizada.
Elaboró. PLN Marisol Saucedo Sánchez, revisión L.N E.D.C Angélica Macías.
BIBLIOGRAFÍA:
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