Mi nombre es Ana, tengo 25 años y vivo con Diabetes Tipo 1 desde hace 6 años. Recuerdo el día de mi diagnóstico…fue un día con muchas confusiones, sentimientos a tope y miedo, mucho miedo.
Un año antes mi papá salió por motivos de trabajo a Vallarta y con él se fue mi mamá, ella venía cada mes a vernos y se quedaba algunos días y se iba de nuevo a Vallarta, así fue durante todo 1 año, tres meses antes de mi diagnóstico mi mamá me decía que me veía más delgada a la vez anterior que vino, y yo sin darme cuenta seguí bajando de peso las siguientes semanas, sumándole las 15 veces que me paraba al baño en la noche, la sed excesiva y el hambre incontrolable.
Por fin decidí hacerme estudios de laboratorio por mi cuenta sin decirle a mis papás y todo salió bien, hasta que la doctora me dijo que tenía un valor de glucosa muy elevado y me preguntó si tenía diabetes a lo que yo respondí con un rotundo NO, me dijo que teníamos que repetir el estudio y que me llamaría si algo salía alterado. Pasó una semana y fui a recoger nuevamente mis resultados los cuales salieron con 536 mg/dl de glucosa en sangre, hemoglobina glucosilada de 14.2% y por supuesto glucosa en la orina.
Fue un golpe muy duro tener que recibir tan fuerte noticia estando sola sin ningún apoyo, de igual forma me impactó saber que bajé 10 kg en tres meses, llegando a pesar 50kg con 1.68 m de estatura, los huesos de mi espalda se me notaban y era doloroso hasta sentarme en una silla rígida, mi ropa me dejó de quedar y salían moretones con facilidad en mi cuerpo. Me preguntaba cómo no lo pude notar y cómo no se me hizo extraño el tener tantos cambios en mi cuerpo y tantos signos que nunca habían aparecido.
Saliendo del consultorio llamé a mis papás y les conté lo sucedido, obviamente me dijeron que era imposible y que fuera con mi doctor de cabecera a que me revisara, fui y efectivamente me corroboró lo ya dicho por la doctora anterior. De ahí en adelante vinieron meses de depresión, faltar a la escuela, más cambios en mi vida y un duelo grande que afrontar. Pasé de médicos generales a internistas que no podían y no sabían cómo controlar mi glucosa, me recetaron metformina, insulina NPH, insulina recombinante y nada hacía que mi hemoglobina bajara al menos de 12%, mucho menos mis glucosas de 500 mg/dl.
Después de tantos meses intentando tratar mi diabetes la doctora me dijo que ya no podía seguir atendiendo mi condición, ya que no sabía cómo, y me refirió -al fin- con una endocrinóloga. Pasaron nueve meses para llegar con la persona indicada que debió tratar mi diabetes desde el día uno y los cambios se dieron a notar en los días posteriores, mis glucosas estaban en 80 mg/dl en ayuno y ya no más en 350 mg/dl, me dio el tratamiento indicado que fue mi insulina rápida y prolongada, las cuales hicieron una diferencia en la hemoglobina que bajó hasta 8.0%. Seguí con la endocrinóloga por unos meses más y después le comenté que quería probar la microinfusora de insulina a lo cual me dijo que ella no podía atender como tal esa tecnología y que si yo quería me podía referir con una educadora en diabetes que me podría ayudar y por supuesto dije que sí.
Recuerdo cuando vi por primera vez una microinfusora en una publicación de mi red social y no dude en buscar toda la información sobre este novedoso aparato que sin duda me quitaría el sufrimiento de picarme tantas veces al día. Llegué con la educadora en diabetes y me hizo la propuesta de meterme al Instituto de Nutrición para que ahí me dieran seguimiento con la microinfusora. De ahí hasta hoy sigo en el Instituto, mis glucosas son estables y mi hemoglobina aceptable.
Ahora que estoy en la Asociación Mexicana de Diabetes y puedo convivir con personas con la misma condición que yo, soy absolutamente feliz, ya no oculto mi condición, me hice más fuerte y estoy aprendiendo cosas que jamás imaginé aprender.
Puedo decir que mi experiencia al vivir con diabetes fue un caos total al principio, ya que ningún médico me dijo qué especialista me debía atender, qué medicamento era el adecuado y todas las cosas que debía de saber para poder tratar mi condición, prácticamente yo tuve que investigar los términos que me decían, la técnica adecuada para tomar mi glucosa y cómo inyectarme la insulina, claro que antes de saber cómo hacerlo ya me había provocado una lipodistrofia en algunas zonas de mi cuerpo, pero jamás me dijeron que eso no era lo correcto.
Yo sé que la vida te pone a las personas indicadas en el momento indicado y cuando apareció mi educadora en diabetes, los mil especialistas en el Instituto de Nutrición y la AMD ahí supe que todo lo malo solo había sido momentáneo.
No es fácil pero tampoco difícil, tener Diabetes Tipo 1 no debe ni tiene por qué frenar tus sueños y metas en la vida, puedes vivir con ella y debes vivir con ella 24/7, bañarte con ella, dormir con ella, comer con ella, llorar con ella, reír con ella y hasta viajar con ella. Es de por vida y es mejor quererla y tratar de comprenderla que hacer todo lo contrario.
Me falta mucho por vivir, pero algo de lo que estoy segura es que la diabetes estará conmigo en este camino llamado vida y espero podamos seguir adelante como hasta ahora.
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